jueves, 30 de septiembre de 2010

La causalidad de la vida

Volando desde un avión, en las alturas, hay mucho tiempo para meditar, pensaba en aquellas vacaciones de verano en la que conocí por primera vez el mar.

Fue viaje de suerte que se dio porque me lo regalo una amiga que lo había pagado para ella, pero por un accidente que sufrió su hijo unos días antes, no pudo irse, entonces me lo dio para que lo aproveche.

Grité de alegría porque no podía creer lo que me estaba pasando! era como un sueño de esos en el que uno no desea despertarse jamás, no lo pude creer porque soy de esas personas que nunca me saque nada, ni a los premios, luego volví a mi realidad y sentí mucha pena por lo que ella estaba pasando, le pedí disculpas por mi euforia y me dijo que se justificaba mi alegría.

Era una tarde triste y con poco sol y mucha brisa, el niño Lucas, vestía un suéter con la gorra negra que combinaba con su pantalón, estaba muy contento porque x fin pudo estrenar el regalo que le dio su padre, la bicicleta de su sueño.

Pedaleaba con ganas por todo el parque con su bici cuando de pronto, el viento llevo su gorra hacia la ruta y en un instante se distrajo saliéndose hacia del carril donde le atropelló un auto.

El hombre que manejaba, no lo vio porque estaba distraído observando los floridos lapachos. Una anciana fue testigo de todo lo que sucedió en instantes, estaba colgando mis harapos desde la torre cuando sucedió el accidente, comentó la mujer sirviéndose el tereré en su guampa de cuernos.

No tuve mucho que pensar, porque solo tenia dos días para organizarme si quería aprovechar el viaje.

Lo decidí, era una oportunidad que no me lo podía perder, me fui con el corazón en la mano por la pena que sentía por Laura, siempre estuvimos juntas en los mejores y malos momentos, cuando se graduó de la universidad estuve allí, cuando me diagnosticaron un quiste de un tamaño importante en el ovario ella estuvo conmigo, en el compromiso más importante de su vida fui su dama de honor y por supuesto, cuando Lucas nació fui la asistente del doctor por decirlo así.

Pero esta vez, el destino nos separó o más bien fue una decisión nuestra por un lado una tragedia y por el otro una bendición, mi sueño de tocar el mar.

Cuando llegue todo era música y alegría, el sol brillaba con ímpetu y la calidez de las personas es inigualable como lo caracteriza a Hawai.

Lo disfrute tanto! Una semana de puro relax.

Bueno, eso trate que sea porque siempre estuve pendiente llamando a mi amiga preguntándola como iba todo.

Me sorprendí con lo que me contó la última vez cuando hablamos, me dijo que la casualidad no existe y que todo lo que sucedió fue una causalidad que la vida te pone en frente para ir limpiando nuestro camino.

Apareció su madre luego de tantos años de ausencia y que todo lo ocurrido dio hincapié para arreglar las diferencias que ellas tuvieron.

Su apoyo incondicional le ayudó bastante en la recuperación de Lucas.

Fue mejor que haberme ido de vacaciones, porque aunque me hubiera ido lejos, seguiría con mi pasado, estoy en paz con la vida y conmigo misma porque pude aprender a perdonar a mi madre.







La playa

Esta musica fue elegida para acompañar a este relato porque cuenta los recuerdos que le trae a su vida, del mar y el tiempo.